jueves, septiembre 21, 2006

1984: La vigencia de la pesadilla


Director: Michael Radford.Guión: Michael Radford. Intérpretes: John Hurt, Richard Burton, Suzanna Hamilton.Fotografía: Roger Deakins.Música: Eurythmics.Origen: Reino Unido, 1984

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Quien controla el pasado, controla el futuro.
Quien controla el presente, controla el pasado.

Para el pasado, o para el futuro, para la época en que se pueda pensar libremente. Desde la edad del Gran Hermano, desde la edad de la Policía del Pensamiento, de un hombre muerto, ¡saludos!

Existe la verdad y lo que no es verdad. La libertad es poder decir libremente que 2 más 2 son 4. Si se asegura, le seguirá lo demás.

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En múltiples ocasiones se ha debatido por parte de gente muy sabia con respecto a la prudencia, impertinencia o franca desvergüenza en cuanto a la adaptación a la pantalla grande de las obras literarias, por mi parte no deseo abonar a esas discusiones ya que considero por demás inútil discutir con un fanático obsesivo-compulsivo con respecto a como cineastas sin alma han destrozado sus bienamadas lecturas (por ejemplo, la adaptación de El Señor de los Anillos causó la ira de más de un fanático de Tolkien).

Pero en fin, hoy quiero comentarles que, después de un buen rato de búsqueda infructuosa, tuve la oportunidad de conseguir una copia de 1984, cinta de Michael Radford en la que adapta la novel de George Orwell.

Tuve la oportunidad de ver esta cinta en la ahora extinta sala de cine del Instituto Cultural Cabañas en 1985. En su momento fue una experiencia impactante ya que, por fin, me había tocado presenciar una adaptación que, sin replicar cada uno de los personajes, ambientes y situaciones de la novela, creaba un mundo de pesadilla, ominoso y depresivo en el que solo es posible la lealtad al partido y el amor al Gran Hermano.

Para los que se sienten ofendidos si no cuentan con una breve descripción de la trama de la película, les cuento que esta película está situada en unaciudad de Londres arrasada por una guerra atómica y en la que un estado totalitario y represivo vigila permanentemente a los ciudadanos por medio de pantallas de televisión. El personaje principal es Winston (John Hurt), un tipo solitario y agobiado por la culpa que se cuestiona, mediante la escritura de un diario, el significado de la libertad, cuestionándose el por que se encuentran prohibidos la libertad de pensamiento y el sexo. Involucrándose en una relación amorosa prohibida con una compañera de trabajo, Winston emprende un descenso al infierno de la mano de uno de los altos mandos del partido y que lo llevará a traicionar aquello en lo que alguna vez creyó.

Raramente un proceso de adaptación a imágenes puede hacerle justicia a la palabra escrita, y es que nada puede compararse al poder de las ideas, y sin embargo, esta adaptación es, por lo menos para mi, la mejor transposición de una obra literaria a la pantalla grande.

22 años después, en un mundo en el que se exige fidelidad a figuras políticas endebles y ridículas, 1984 no ha perdido ni un ápice de su vigencia y, por lo tanto, es referencia obligada para todo aquel que mire con suspicacia a la política y sus actores.

Y no solo a ellos, ¿Cuántos de nosotros no hemos tenido que guardaromitirolvidar nuestras opiniones en el contexto de la chamba? . Por lo menos en mi estancia en cierta institución me ha tocado estar en situaciones en las que sólo ha sido válida la opinión de los jefazos, por más absurda, incoherente, irracional, delirante, insostenible, o simplemente estúpida que esta sea.

En el contexto institucional, tener opiniones propias me ha llevado a ser una nopersona.

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