jueves, septiembre 28, 2006

El decálogo de Kieslowski: Capítulo 1


Decálogo 1: Amarás a Dios por sobre todas las cosas.

Dirección: Krzysztof Kieslowski

Guión: Krzysztof Kieslowski, Krzysztof Piesiewicz.

Fotografía: Wieslaw Zdort*

Música: Zbigniew Preisner*

Intérpretes: Hanryk Baranowski, Wojciech Klata, Maja Komorowska, Artur Barcis.

*

Por el descanso de su alma… tú no mencionaste un alma.

Es una manera de despedirse. El alma no existe.

Mi tía dice que si hay un alma.

Algunos encuentran la vida más fácil si creen en eso.

¿Y tú?

¿Yo?, francamente no lo sé.

*

Ríos de tinta en alabanza han corrido sobre los films del desaparecido cineasta polaco Krzysztof Kieslowski, que si bien es en su conjunto una de los obras más congruentes y consistentes de la cinematografía moderna, no deja de ser al mismo tiempo sumamente cuestionable ya que si bien podemos encontrar cintas indispensables para los amantes del cine de autor (La doble vida de Verónica, El Decálogo), sus últimos trabajos (la trilogía Azul, Blanco y Rojo) presentaron signos de agotamiento.

En esta ocasión me voy a referir, por partes, al que considero el más importante de sus trabajos, El Decálogo, ya que esta obra por si misma hubiera garantizado su acceso al olimpo de los cineastas sentado a la derecha de Bergman y a la izquierda de Tarkovsky.

Amarás a Dios por sobre todas las cosas. Es el primer mandamiento que aprendimos (pero no comprendimos) en aquellas lejanas lecciones de catecismo, por lo menos aquellos quienes fuimos obligados a repetir los rituales del catolicismo.

Pero al mismo tiempo es la primer negación de los mandamientos, situación que se repite en cada uno de los ¿capítulos?, ¿episodios?, la imposibilidad de cumplir con una serie de ordenanzas y restricciones que parecen ir en contra de eso que vagamente conocemos como “naturaleza humana”. Y es que ante la tragedia cotidiana y su dolor insondable resulta muy difícil amar a una entidad que guarda silencio o que simplemente se esconde para no dar respuestas o por lo menos un poco de mísero consuelo.

Un hombre vive en compañía de su hijo en un pequeño departamento en el que, además de convivir, comparten su gusto por los juegos matemáticos, el ajedrez y las charlas que muchos quisiéramos haber tenido con nuestros progenitores. Charlas sobre la muerte, dios, la existencia del alma, y fórmulas matemáticas para calcular factores de congelación.

Cuando la tragedia impacta de manera inevitable este pequeño núcleo, no puede haber consuelo alguno, sólo existe el rechazo ante una fe y las imágenes de estas derivadas, y que a su vez de nada le sirven ya que no puede haber consuelo en algo en lo que nunca se ha creído y que, de acuerdo a la vida misma, sería absurdo creer.

No deja de sorprenderme (y de conmoverme, para que lo niego) el cómo tantos y tantos millones personas puedan amar a alguien a quien no han visto, no los escucha y no los ayuda.

* Mención aparte merecen la música de Priesner y la fotografía de Zdort, verdaderos prodigios auditivos y visuales, si bien la edición en dvd de Facets Video no puede calificarse de otra manera más que descuidada o simplemante holgazana.

1 comentario:

Anónimo dijo...

no existe en este mundo, nada que haga mas apreciable la vida que esos pequeñas migas de sentimientos arrebatadas por kieslowki en este decalogo, el hombre que refiere kieslowski, no es mas que vacio(el era moralista), y no importa a el mas que si mismo, formulas que hacen posible su existencia, y asi sobrellevan su enfermedad.
Sin embargo el cumulo de sentimientos que provoca este decalogo, desde la melancolia mas extrema hasta la alegria mas absurda, no es mas que un grito por aquella naturaleza perdida ya hace tiempo, no somos hombres.