jueves, septiembre 21, 2006

Mis viejas salas de cine...


Mis filias no tienen que ver solamente con las películas, sino además con aquellos lugares maravillosos que hoy se encuentran en franca extinción y que respondían al nombre de “cines”. ¿Los recuerdas?. Si eres menor de 20 años lo más probable es que no hayas tenido la oportunidad de visitar aquellas salas magníficas que, con la llegada de los complejos cinematográficos aniquilaron los espacios en que nosotros, los que pasamos de 30 y frisamos los 40, fuimos seducidos por primera ante el mágico despliegue de imágenes de las pantallas de plata.

Cines como el Park, Avenida, Cuauhtemoc, Sorpresa, Metropolitan, Diana, Variedades, Obregón, Teatro Juárez, Latino, Guadalajara, Charles Chaplin, Versalles, Américas, Rex, Roxy, Colonial, Teatro Cinema Acuario, El Refugio, etc. , tuvieron que cerrar sus puertas ante la ausencia de espectadores. Y no era para menos, muchos de estos cines se habían convertido en galerones infames en los cuales la proyección, el sonido, y las butacas eran aptas solamente para masoquistas.

Aún así, no puedo dejar de ver con nostalgia aquellos tiempos en que cada cine tenía su personalidad, en que las salas eran un prodigio de la arquitectura, cuando se podía ver en un cine de barriada un programa doble integrado por el Ciudadano Kane de Welles y Zelig de Woody Allen, cuando antes de entrar era posible surtirse de semillas de girasol, gomitas, cacahutes y papas en el infaltable carrito de la entrada, cuando siendo niño era no era mal visto que uno corriera como demonio de tasmania alto de anfetaminas por los pasillos. Cuando el cine era una experiencia, no sólo un entretenimiento.

De todas aquellas viejas salas sólo queda el Cine del Bosque, mismo que se resiste a morir gracias a sus clientes de siempre. Hay otras salas que persisten, pero dieron el viraje a la exhibición de material pornográfico en video.

En una de estas salas, la Greta Garbo, tuve la oportunidad de ver a principios de los años 80 un ciclo extraordinario dedicado al rock y en el que se rescataron clásicos como Quadropenia, The Song Remains The Same, The Last Waltz, Woodstock, Let There be Rock, Hair, y otros títulos maravillosos que probablemente le resulten totalmente ajenos a los jóvenes fanáticos de Lupillo Rivera y el reggetón (¿se escribe así?).

Para no abusar de su paciencia, en un post futuro les platicaré de los autocinemas Ritz y Real y de los tiempo en los cuales era posible ingresar al cine con un plato de pozoles y dos flautas de carne chorreando salsa verde, crema y queso.

1 comentario:

La ninfa vouyerista dijo...

Bienvenido al vecindario... molto grazie por las peliculitas!! ;D