miércoles, octubre 04, 2006

Y no es que no haya visto más películas pero, ¿qué sentido tiene hablar de cintas intrascendentes?

Pues así es la cosa mis querubines, no me he detenido en mis afanes de ver películas casi hasta que los ojos me sangran pero, así como hay cadenas y días maravillosos en los que he encontrado, en sucesión de gozosos descubrimientos, múltiples propuestas, versiones y diversiones para acrecentar la cinefilia, también hay otros días en los que las imágenes que pasan por mi Wega Sony de 29 pulgadas (en vías de extinción) solo provocan tedio, aburrimiento y tentación por el onanismo salpicado de porno ochentero.

Recién tuve la oportunidad de ver La joven con el arete de perla, Cadáveres excelentes y Todos los caminos llevan a casa, cintas de las cuales me ahorro los comentarios por considerarlas abuuridas, torpes, ingenuas, o simplemente soporíferas. Y es que después de ser testigo de los delirios exorcisantes y arrebatos histéricos de Alucarda, soplarme la ñoñez e intrascendencia de la relación de la viejita con el canallita de su nieto pues....

Y soy cursi como el que más y erudito como el que menos, y sigo disfrutando las películas de Juliancito (¿no han visto una en la que trabaja acarreando escombro para poder comprar su traje de primera comunión?), y el Loco Valdéz me sigue pareciendo una delicia como el Lobo Feroz (aunque ese méndigo pulgarcito siempre fué y será un hígado), y sigo viendo las películas de aventuras infantiles de Rene Cardona Jr. (acaban de editar en DVD Viaje Fantástico en Globo, ¡chulada de maíz prieto!), y me siguen conmocionando Casablanca, 2001, Rumble Fish y Betty Blue, pero... Ver películas que apuestan al desconocimiento y/o al olvido del espectador me parece lamentable ya que, por ejemplo, en esas tres cintas que les comenté al principio, se abordan temas que ya desde hace mucho tiempo, se habían tratado con mayor y menor fortuna. Y es que después de ver Caravaggio de Derek Jarman, La Bella Latosa de Jaques Rivette, y Vincent & Theo de Robert Altman, cintas llenas de intensidad en las que el artista es presentado como un alma torturada pero al mismo tiempo llena de pasión, tener que soportar La joven con el arete de perla se convierte en un espectáculo digno de "Mujer, casos de la vida real", eso si, con ambientación y fotografía muuuuuy correctas, pero sin alma.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola... la neta no le entiendo a tus comentarios... mejor ya ponte a trabajar.